Para comprender a los nativos digitales, el cerebro se debe interpretar como un órgano social que necesita del juego, del abrazo y de las tecnologías digitales para su desarrollo. Sin embargo, como órgano constructor de conocimientos, en sus procesos creativos de automodificación se encarga básicamente de identificar, entender, analizar, clasificar y decidir qué es lo más importante para poderlo guardar o archivar, de tal forma que cuando se toma una decisión la recupera de una o de varias redes neuronales. De esta manera es un superordenador de todo lo que sucede a su alrededor y actúa de tal forma que los 100.000 millones de neuronas que tiene, equivalen a 100.000 millones de computadores interconectados entre sí.
Es necesario resaltar que no es pertinente comparar el cerebro humano con un computador o viceversa, es preferible en este sentido comprenderlo como un órgano social lleno de misterios y de complejidad, que a pesar del desarrollo de las Neurociencias, en la última década, muchos de sus procesos, especialmente los relacionados con la conciencia o la espiritualidad humana son difíciles de estudiar, ya que muchas veces este órgano es paradójico, por un lado le encanta aprender cosas nuevas, para lo cual gasta mucha energía, pero a su vez le fascina “perder el tiempo” “distraerse” “no poner atención”. De esta forma, actúa como un órgano biológico ahorrador de energía, la cual guarda para cuando estamos frente a un riesgo o un peligro inminente, para producir adrenalina y de esta forma prepararnos para la huida o el ataque. Estos son algunos de los motivos por los cuales se hace necesario entender algunas teorías del cerebro humano, para poder acercarnos de una forma diferente a los cerebros de los nativos digitales.
De las teorías cerebrales
consideramos fundamental comprender como mínimo la teoría triúnica o triádica de M ́Clean, que plantea básicamente la existencia de tres cerebros que actúan como el principio religioso de la Santísima Trinidad, es decir, uno en tres o tres en uno que a nivel holoárquico siguiendo a Kostler, la totalidad del primer cerebro (cerebro reptílico), hace parte de la totalidad del segundo cerebro (cerebro límbico) y este a su vez de la corteza cerebral (cerebro cognitivo). Es así como las miradas funcionalistas de una determinada zona tienden a ser reemplazadas por las visiones holísticas u holoárquicas en las que cualquier pensamiento o acción no dependen específicamente de una red neuronal o zona del cerebro, sino que es todo el cerebro humano el que interviene como un proceso interconectado de miles de millones de neuronas que actúan en un “cerebro total”. Sin embargo, para entender el cerebro humano se hace necesario fragmentarlo, como lo hace M ́Clean en tres cerebros a saber: El primer cerebro que se formó a nivel filogenético corresponde al cerebro más antiguo, que a nivel evolutivo, tuvo que sobrevivir como un depredador similar, a los reptiles, los cuales como especie viva lo único que pueden hacer es tener sexo, comer y atacar. Estas funciones que a pesar de la evolución todavía conservamos en el interior de nuestro cerebro (cerebelo – protuberancia anular etc.), que nos hace actuar en forma impulsiva y se convierte para algunos autores en el refugio de la animalidad humana. El cerebelo, la parte más importante del cerebro reptílico, es la sede del inconsciente – subconsciente humano.
Recordemos al respecto que más del 90% de nuestra vida cotidiana actuamos bajo dichos influjos que nos hacen actuar en forma emocional y automatizada. Sin embargo, para Dejours: “la monstruosidad de la violencia humana no encuentra su origen en los residuos de animalidad depositados en el hombre por la filogénesis, sino que corresponde a lo más humano que hay en él: Lo sexual”. (Citado por Espinosa:3) Contraria como lo plantean muchos teóricos al ubicarlo como producto del cerebro reptílico, es así como la erotización es lo que permite al hombre multiplicar al infinito su violencia y su brutalidad de esta manera el cerebelo actúa como el más grande microprocesador existente, ya que sus células de Purkinje pueden conectarse con un millón de neuronas, existentes en otras partes del cerebro, especialmente con el córtex frontal, es decir con la zona más evolucionada del cerebro humano. Lo anterior conduce a que el cerebelo se encargue de procesos como son los de: equilibrio, coordinación, formación de hábitos, conductas, actitudes, condicionamientos y fundamentalmente de reacciones emocionales que perduran en toda la existencia humana. Otro aspecto importante del cerebro reptílico y en especial del cerebelo, es que actúa como un procesador de recuerdos no declarativos. Para Joe Dispensa (2012) la memoria no declarativa o implícita: “constituye la sede nuestras habilidades, hábitos, conductas automáticas, recuerdos asociativos, actitudes inconscientes y reacciones emocionales” (P. 168) Esto quiere decir, que cuando el pensamiento racional que genera el córtex frontal se convierte en una emoción nueva, esta requiere de la praxis constante hasta que se convierta en un hábito o programa automatizado a nivel del inconsciente, similar a cuando manejamos un automóvil, primero lo hacemos pensando y luego dicha práctica se realiza a nivel del inconsciente en la que cuerpo y mente se vuelven uno. Es así como dicha experiencia se automatiza de tal forma que le cuesta a uno declararla o describirla y este programa o nuevo estado del ser hará parte de la memoria de largo plazo del cerebro humano.
CARLOS ALBERTO JIMENEZ V.